«Regina Martirum»

Pintura al fresco.
Francisco de Goya.
Basílica del Pilar. Zaragoza.
Encargo de la Fundación Caja Madrid.
Medidas: 5 x 3,5 metros.

Francisco de Goya dejó su huella en dos grandes frescos de la Basílica del Pilar. Uno de ellos; el «Regina Martirum»  (Reina de los Mártires) pintado en 1781, es una composición colorista e innovadora que ilumina una cúpula del lado Norte del templo, a casi cincuenta metros de altura.

Considerada por muchos uno de los inicios del estilo impresionista, está ejecutada con brozachos largos y pinceladas gruesas. Las figuras, prácticamente desdibujadas, están encajadas en una composición llena de color; soberbia y hermosa.


En marzo de 2007 -y tras una larga labor de restauración para poder acabar con la concentración de sales y grietas que amenazaban las pinturas- la Fundación Caja Madrid preparó una muestra explicativa en torno al conjunto  pictórico y su restauración, en la que se incluyó la réplica de un fragmento de la cúpula a escala natural, de forma que los ciudadanos pudiesen acercarse y contemplar la monumentalidad de las figuras  pintadas por el maestro y otros detalles que no se podían observar desde el suelo del templo.El fragmento seleccionado encuadra las figuras de San Sebastián -recostado sobre el tronco de árbol donde fue asaeteado- y Santa Bárbara a los pies de dos soldados.

Para realizar el trabajo, se construye una estructura mediante tiras -en forma de huso- de madera contrachapada que, montadas sobre varias costillas transversales, forma un fragmento de esfera a escala natural de la cúpula. Éste primer soporte fue recubierto de resina epoxi reforzada con fibra de vidrio.

Con intención didáctica, y para la mejor comprensión de cómo estaban realizados los trabajos de pintura mural al fresco, se simularon en uno de los laterales de la copia todos los estratos de preparación del muro. Se recrearon los ladrillos, el primer revoque basto, otro intermedio y el último, el que recibía los pigmentos disueltos en agua.Los bocetos del pintor eran traspasados al mortero, húmedo aún, de diversa forma, Goya los marcará en forma de incisiones dejadas al hacer presión sobre los calcos con algún objeto punzante. Se trata de marcas ligeras y precisas ya que el tiempo para la aplicación del color es escaso (se ha de terminar la jornada con el mortero aún «fresco»). En este caso, la orografía dejada por el genio del maestro constituía una parte muy interesante para admirar el proceso de ejecución; y a la vez, se consideró que se trataba de un elemento (así como los relieves empastados) que formaba un todo indivisible con el carácter de la obra.
La fotografía transferida recogía perfectamente el dibujo, la longitud y presión de cada uno de los relieves del original. Para recrear las marcas, se diseñó un mortero especial que permitía practicar incisiones una vez aplicada la imagen.


La proximidad de la copia


relieve -apreciable en la fotografía- simulando las incisiones preparatorias del autor. Estas marcas se realizan  para trasladar el dibujo sobre el mortero fresco, antes de aplicar la pintura.


Fragmento de la obra «Regina Martirum» en la Basílica del Pilar de Zaragoza.


La cúpula.